LA COMPLICIDAD SILENCIOSA DE BACHELET EN EL CONFLICTO MAPUCHE: CUANDO SE OLVIDA EL QUIÉN SOMOS Y DE DONDE VENIMOS...

Published 8.1.08 by La Alternativa | E-mail this post

Con los últimos hechos de violencia que terminaron con la vida del estudiante mapuche Matías Catrileo Quezada, quedó nuevamente de manifiesto la complicidad y la violencia con que el Estado y las fuerzas de “orden” actúan sobre el pueblo mapuche, un pueblo ancestral que busca recuperar sus tierras usurpadas a lo largo de la historia por terratenientes y por el mismo gobierno, y que frente a cualquier intento de alzamiento por su dignidad y la reivindicación de sus ignorados derechos, son aplacados con la Ley Antiterrorista heredada de los tiempos oscuros de gobierno militar.

Pero no es solamente Catrileo el botón de muestra de esta situación. Antes fue Alex Lemun, asesinado también por fuerzas de Carabineros en 2002. Patricia Troncoso, Hector Llaitul Carillanca, Jaime Marileo, Patricio Marileo, Juan Carlos Huenulao Lienmil, José Huenchunao y Juan Millalen Milla, entre otros comuneros y dirigentes, se suman a las persecuciones que el Estado Chileno ha mantenido sobre los mapuches.

Condenados a 10 años y un día, luchando además con la decisión de mantener una huelga de hambre y en la que hoy en día sólo se mantiene Patricia Troncoso luego de que Héctor Liatul culminara su huelga debido a su crítico estado de salud el pasado 30 de diciembre de 2007, y que José Huenchunao, Jaime Marileo y Juan Millalén lo hicieran el 16 de diciembre, la situación llama a reflexionar más allá de como la defensa del estado a los intereses económicos de algunos poderosos en este país, se puede transformar en plomo y represión para quienes solo quieren vivir tranquilos y trabajar sus tierras, tal como lo hicieran sus antepasados.

Alejemos nuestra mente burocratizada por el sistema durante un momento, y situémonos en un contexto puramente humano. ¿Cómo puede ser entendible que un gobierno que se dice socialista, ampare una ley antiterrorista heredada de la dictadura? O en otras palabras ¿Cómo puede guardar silencio una víctima de la DINA, una torturada en Villa Grimaldi, la hija de un padre torturado y posteriormente muerto, una mujer que luchó contra la tiranía del Gobierno Militar y que hoy es la presidenta de una nación que está cometiendo los mismos atropellos que hace poco más de 30 años el fascismo cometía contra quienes creían en un mundo más justo?

Resulta hasta hiriente pensar en que Michelle Bachelet, con todos los adjetivos de mujer luchadora a cuestas, aún no se haya involucrado en el drama de las familias mapuches que continúan en lucha, y al contrario, actúe de parte de los grupos de poder con su silencio y tímida indiferencia.

Pero es más hiriente todavía cuando Chile pretende ser uno de los miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, porque no sólo se debe hablar de derechos humanos cuando existe algún crimen (de los que por cierto ya llevamos dos, en cuanto al conflicto mapuche), sino en todo momento en que una persona, cualquiera sea su condición, se vea privada de sus derechos más fundamentales. Como dice el art. 17 n°2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos “Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad”, y en Chile es justamente lo que se está haciendo: Se despoja de sus tierras a los dueños, y si se levantan, son asesinados y enjuiciados como terroristas... Un doble “palo” para el “socialismo” chileno del siglo XXI.

“El pueblo mapuche, del que todos somos descendientes, tiene derechos que en 17 años y 4 gobiernos concertacionistas no han sido escuchados para avanzar en forma seria y responsable en la resolución de un conflicto que nos divide como chilenos y que tiene su origen en las diversas usurpaciones de tierras ancestrales y primigeniamente mapuches”, dice una declaración pública de La Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) con motivo de pedir al gobierno que se retire su postulación a este escaño en la ONU, añadiendo además que “Si para el Estado los fardos de paja quemados, de un latifundista privado, valen más que la vida de un joven estudiante, quiere decir que nos equivocamos y que los rumbos de la alta política están profundamente dañados y reñidos con una ética básica de respeto por el ser humano”.

No hay que ser buen político para saber que está bien o mal, ni hay que ser erudito en leyes para saber que es justo y lo que no. Hay que ser personas concientes y humildes de nuestra condición humana para buscar el respeto y el bienestar de todos, sólo eso en necesario, pero parece que en este país, y sobretodo el gobierno y la cúpula criolla de poder, todos quieren ser buenos políticos y excelentes defensores de la verdad y la justicia.

(La Alternativa)

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